miércoles, 7 de diciembre de 2011

El verdadero valor de las cosas


 
En una ocasión, el padre de una familia muy rica, llevo a su hijo a pasar unos días en el campo, en la casa de una familia muy humilde de campesinos. Su propòsito era que su hijo fuera consciente de la pobreza en la que tienen que vivir algunas personas. Pasaron el fin de semana en la vieja casa de campo de estos campesinos. Al finalizar el viaje, cuando iban de camino a su casa en su lujoso coche, el padre le preguntó al hijo: Que te ha parecido el viaje? Me ha encantado papi!! Has visto lo pobre que puede ser la gente? Insistió el padre. Si, me he dado cuenta. Respondió el niño. Y que has aprendido, hijo ? Volvió a insistir el padre. Me he dado cuenta de que nosotros tenemos un perro y ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina de agua estancada que llega hasta la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo de agua cristalina que no tiene fin. Nosotros iluminamos nuestro jardín con farolas, ellos tienen las estrellas y la luna por la noche. Nuestra terraza llega hasta la cerca y ellos tienen todo el horizonte como terraza. Poseemos un pedazo pequeño de tierra para vivir y ellos campos que van más allá de lo que alcanza nuestra vista. Tenemos criados que nos sirven, pero ellos se sirven unos a otros. Nosotros compramos nuestra comida, ellos siembran y cosechan la suya. Nosotros escuchamos CD′s, ellos escuchan una perpetua sinfonía de pericos, ranas, sapos, y otros animalitos. Nosotros cocinamos en estufa eléctrica, todo lo que ellos comen tiene ese glorioso sabor del fogón de leña. Nosotros vivimos conectados al movil, al ordenador, al televisor... Ellos, en cambio, están "conectados" a la vida, al cielo, al sol, al agua, al verde del monte, a los animales, a sus siembras, a su familia. Para protegernos nosotros vivimos rodeados por un muro con alarmas, ellos viven con sus puertas abiertas, protegidos por la amistad de sus vecinos. Lo que más llamo mi atención, papá, es que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tenéis que trabajar todo el tiempo y casi nunca os veo y rara es la vez que compartimos una conversación. Dicho esto, el padre quedo mudo ante la profundidad de las palabras del pequeño. Y entonces el hijo terminó: “gracias papá, por enseñarme lo pobres que somos” “y lo ricos que podríamos llegar a ser...” .

3 comentarios:

  1. En efecto, yo también pienso que el verdadero valor de la vida, se pierde, se está perdiendo. ¡Qué bonito es ver a un niño darse cuenta de la realidad, pero qué triste es ver que otra persona se oculta ante el dinero, creyendo que está ahí, toda la felicidad!

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  2. Totalmente de acuerdo Rosi, precisamente es eso lo que tratamos de fomentar desde aqui, y estamos contentos de encontrar que cada vez mas personas como nosotros, se van dando cuenta de donde de encuentra la vedadera felicidad.

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  3. no se si esk me va a venir la regla o yo k se pero se me an caido unas lagrimas......

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